No soy médico, ni tengo formación médica alguna, sin embargo, intento basar mis creencias y acciones en evidencias científicas y en la razón. Yo, como tantas otras personas, espero que los científicos encuentren pronto una vacuna segura y eficaz y que puedan producir suficientes dosis para poder detener el avance de esta terrible pandemia. Digo “muchas personas” y no “todos”, porque los profesionales de la salud temen que la desconfianza de la población en cuanto a las vacunas pueda llevarnos a la continua propagación del virus incluso si logran encontrar una solución que verdaderamente funcione. Si, en el siglo XXI, existen demasiadas personas que son vulnerables a la politización y al miedo irracional a la vacunación, aun siendo una intervención médica que ha salvado millones de vidas a lo largo de las décadas y continúa haciéndolo hoy en día.
No importa cuántas vacunas se desarrollan para vencer el Covid si las personas se niegan a vacunarse, y dada la dificultad que hemos visto para convencer a la gente de que lleven mascarillas, una medida mucho más sencilla que acudir al médico para administrarse una inyección, uno solo puede imaginar lo difícil que será convencer a la población de que se vacunen.
Durante décadas, el mundo era feliz creyéndose información fiable y accesible sobre las vacunas, apoyada por datos científicos fidedignos. Entonces apareció Internet, y ahora el pensamiento lógico y la confianza en la ciencia se tambalean bajo el peso de dudosa información extraída por la población de fuentes de segunda como las redes sociales y los políticos interesados, además de fragmentos de información infundada respaldada únicamente por “creencias” difusas y carentes de ninguna base científica.
La verdad es que las vacunas han sido un triunfo para la salud global, pero un desastre para las relaciones públicas. Según la Organización Mundial de la Salud, vacunar a la población es uno de los logros de salud pública más exitosos de los últimos cien años, reduciendo la frecuencia y el número de muertes por enfermedades evitables como la tos ferina o el sarampión, ambos en aumento en algunos países debido a padres desencaminados que se niegan a proteger adecuadamente a sus hijos.
Es motivo de celebración por parte de la humanidad que más de 20 enfermedades potencialmente mortales ahora puedan prevenirse mediante la inmunización, y se están poniendo en uso en numerosos países nuevas vacunas para los asesinos tales como la diarrea, el cáncer de cuello uterino, la cólera y la meningitis. El trabajo vital para proteger a las personas de todas las edades de enfermedades evitables también debe continuar durante la pandemia.
A pesar de la información errónea difunda por políticos y algunos médicos, numerosos estudios de confianza han demostrado que no hay evidencia alguna que apoye la idea de que las vacunas causan autismo u otras enfermedades crónicas, tampoco es cierto que nuestros sistemas inmunes no puedan soportar más de una vacuna al mismo tiempo.
A muchas personas les preocupa que las vacunas contengan toxinas dañinas, pero solo se utilizan cantidades mínimas de algunos productos químicos, y no hay pruebas científicas de que sean perjudiciales para nosotros. Otros creen que una mejor higiene y saneamiento son responsables de la disminución de las infecciones, no las vacunas, pero están equivocados. Cuando se introdujo la primera vacuna contra el sarampión en los Estados Unidos en 1963, había una tasa de infección constante de 400,000 personas cada año. En 1970, esta cifra se había reducido a tan sólo 25,000 casos, sin haber cambio alguno en los estándares de higiene y saneamiento. Las pruebas son claras como el agua.
Por más preocupado que esté, está equivocado si cree que las vacunas no valen el riesgo que comportan. Tan sólo hubo una muerte atribuida a una vacuna notificada al Centro de Control de Enfermedades entre 1990 y 1992, y se estima que tan sólo hay una reacción alérgica grave por cada uno o dos millones de vacunas administradas. Por el contrario, si quisiera lograr inmunidad contra el sarampión, por ejemplo, al contraer la enfermedad, usted se estaría enfrentando a una posibilidad entre 500 de morir a causa de sus síntomas.
Como digo, no soy médico, pero puedo leer, y prefiero obtener mi información relacionada con tema de salud de fuentes como la Organización Mundial de la Salud que de Facebook.
Si todavía tiene dudas, piense en la última vez que tuvo gripe, o incluso una infección gastrointestinal realmente aguda y entonces piense en lo enfermo que podría estar si contrae el Covid-19 porque no quiso vacunarse.